Escuela napolitana; segunda mitad del siglo XVII. “La Virgen y el Niño apareciéndose a San Antonio de Padua””. Óleo sobre lienzo adherido a tabla. Presenta restauraciones antiguas. Medidas: 59,5 x 78 cm. En un paisaje idealizado, en el que desataca un gran rompimiento de gloria, dispuesto en la zona superior de la composicion, se sitúa la figura de un santo arrodillado ataviado con un hábito gris y alzando su mirada y sus manos abiertas hacia el cielo, donde se encuentran la Virgen y el Niño. El Niño Jesús desciende desde un rompimiento de Gloria en el que también se sitúa la Virgen junto con más ángeles. Ambos protagonistas miran al Santo estableciendo una relación con él. San Antonio de Padua es, después de San Francisco de Asís, el más popular de los santos franciscanos. Nació en Lisboa en 1195 y sólo pasó en Padua los dos últimos años de su vida. Después de haber estudiado en el convento de Santa Cruz de Coimbra, en 1220 ingresó en la orden de los hermanos menores, donde cambió su nombre de pila, Fernando, por el de Antonio. Después de haber enseñado teología en Bolonia, recorrió el sur y el centro de Francia, predicando en Arles, Montpellier, Puy, Limoges y Bourges. En 1227 participó en el capítulo general de Asís. En 1230 se ocupó de la traslación de los restos de San Francisco. Predicó en Padua y allí murió a los 36 años, en 1231. Fue canonizado sólo un año después de su muerte, en 1232. Hasta finales del siglo XV, el culto de san Antonio permaneció localizado en Padua. A partir del siglo siguiente se convirtió, en principio, en el santo nacional de los portugueses, que ponen bajo su advocación las iglesias con edifican en el extranjero; y luego en un santo universal. Es representado como un joven imberbe con amplia tonsura monacal, vestido con el hábito marrón de los franciscanos. Uno de sus atributos más frecuentes es el libro, que lo identifica como escritor sagrado. Otro rasgo iconográfico distintivo es la rama de lirio, elemento tomado de su panegirista Bernardino de Siena. Suele presentarse a san Antonio con el Niño Jesús, en alusión a una aparición que tuvo en su celda. Se convirtió en el atributo más popular de este santo a partir del siglo XVI, siendo especialmente popular en el arte barroco de la Contrarreforma. Este último es el escogido para la presente obra: al Niño le acompaña la Virgen, sin seguir exactamente el texto, que dice que Jesús apareció sobre un libro. Esta figura “extra” también se presenta en otras conocidas obras del mismo tema.
Escuela napolitana; segunda mitad del siglo XVII. “La Virgen y el Niño apareciéndose a San Antonio de Padua””. Óleo sobre lienzo adherido a tabla. Presenta restauraciones antiguas. Medidas: 59,5 x 78 cm. En un paisaje idealizado, en el que desataca un gran rompimiento de gloria, dispuesto en la zona superior de la composicion, se sitúa la figura de un santo arrodillado ataviado con un hábito gris y alzando su mirada y sus manos abiertas hacia el cielo, donde se encuentran la Virgen y el Niño. El Niño Jesús desciende desde un rompimiento de Gloria en el que también se sitúa la Virgen junto con más ángeles. Ambos protagonistas miran al Santo estableciendo una relación con él. San Antonio de Padua es, después de San Francisco de Asís, el más popular de los santos franciscanos. Nació en Lisboa en 1195 y sólo pasó en Padua los dos últimos años de su vida. Después de haber estudiado en el convento de Santa Cruz de Coimbra, en 1220 ingresó en la orden de los hermanos menores, donde cambió su nombre de pila, Fernando, por el de Antonio. Después de haber enseñado teología en Bolonia, recorrió el sur y el centro de Francia, predicando en Arles, Montpellier, Puy, Limoges y Bourges. En 1227 participó en el capítulo general de Asís. En 1230 se ocupó de la traslación de los restos de San Francisco. Predicó en Padua y allí murió a los 36 años, en 1231. Fue canonizado sólo un año después de su muerte, en 1232. Hasta finales del siglo XV, el culto de san Antonio permaneció localizado en Padua. A partir del siglo siguiente se convirtió, en principio, en el santo nacional de los portugueses, que ponen bajo su advocación las iglesias con edifican en el extranjero; y luego en un santo universal. Es representado como un joven imberbe con amplia tonsura monacal, vestido con el hábito marrón de los franciscanos. Uno de sus atributos más frecuentes es el libro, que lo identifica como escritor sagrado. Otro rasgo iconográfico distintivo es la rama de lirio, elemento tomado de su panegirista Bernardino de Siena. Suele presentarse a san Antonio con el Niño Jesús, en alusión a una aparición que tuvo en su celda. Se convirtió en el atributo más popular de este santo a partir del siglo XVI, siendo especialmente popular en el arte barroco de la Contrarreforma. Este último es el escogido para la presente obra: al Niño le acompaña la Virgen, sin seguir exactamente el texto, que dice que Jesús apareció sobre un libro. Esta figura “extra” también se presenta en otras conocidas obras del mismo tema.
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