FRANCISCO ANTONIO VALLEJO (1722-1785). “Dolorosa”, 1783. Óleo sobre cobre. Firmado y fechado. Medidas: 56,5 x 46 cm. La Virgen de los Dolores o la Dolorosa fue un tema muy del gusto de la devoción popular, que gozará de una gran difusión especialmente en las obras destinadas a capillas y altares privados. El tema se suele representar como aquí vemos, con la Virgen sola en primer plano, en un entorno oscuro e indefinido, de carácter indudablemente dramático. Aunque se trata de una fórmula compositiva que veremos muy desarrollada en el barroco naturalista, aquí responde todavía a un sentido puramente iconográfico, y de hecho deriva de modelos flamencos, de gran peso en la escuela española aún en el siglo XVI. Por otro lado, la forma de componer la imagen presenta una figura grande, monumental. La devoción a los dolores de la Virgen hunde sus raíces en la época medieval, y fue especialmente difundida por la orden servita, fundada en 1233. Son muchas y muy variadas las representaciones iconográficas que tienen como tema central a la Virgen María en su vertiente Dolorosa, siendo la primera de ellas en las que aparece junto al Niño Jesús, que duerme ajeno al futuro de sufrimiento que le aguarda. En estas obras suele estar presente la cruz, principal símbolo de la Pasión, abraza incluso por el Niño, mientras María lo observa con expresión patética. Otra vertiente es la que forma parte de la Piedad, similar a la anterior aunque su Hijo está aquí muerto, no dormido, plasmado ya adulto y tras su crucifixión. En las representaciones más antiguas de este tema el cuerpo de Cristo aparece desproporcionadamente pequeño, a modo de símbolo del recuerdo que la madre tiene de la infancia de su Hijo, cuando lo contemplaba dormido sobre su regazo.
FRANCISCO ANTONIO VALLEJO (1722-1785). “Dolorosa”, 1783. Óleo sobre cobre. Firmado y fechado. Medidas: 56,5 x 46 cm. La Virgen de los Dolores o la Dolorosa fue un tema muy del gusto de la devoción popular, que gozará de una gran difusión especialmente en las obras destinadas a capillas y altares privados. El tema se suele representar como aquí vemos, con la Virgen sola en primer plano, en un entorno oscuro e indefinido, de carácter indudablemente dramático. Aunque se trata de una fórmula compositiva que veremos muy desarrollada en el barroco naturalista, aquí responde todavía a un sentido puramente iconográfico, y de hecho deriva de modelos flamencos, de gran peso en la escuela española aún en el siglo XVI. Por otro lado, la forma de componer la imagen presenta una figura grande, monumental. La devoción a los dolores de la Virgen hunde sus raíces en la época medieval, y fue especialmente difundida por la orden servita, fundada en 1233. Son muchas y muy variadas las representaciones iconográficas que tienen como tema central a la Virgen María en su vertiente Dolorosa, siendo la primera de ellas en las que aparece junto al Niño Jesús, que duerme ajeno al futuro de sufrimiento que le aguarda. En estas obras suele estar presente la cruz, principal símbolo de la Pasión, abraza incluso por el Niño, mientras María lo observa con expresión patética. Otra vertiente es la que forma parte de la Piedad, similar a la anterior aunque su Hijo está aquí muerto, no dormido, plasmado ya adulto y tras su crucifixión. En las representaciones más antiguas de este tema el cuerpo de Cristo aparece desproporcionadamente pequeño, a modo de símbolo del recuerdo que la madre tiene de la infancia de su Hijo, cuando lo contemplaba dormido sobre su regazo.
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