LUCIO MUÑOZ (Madrid, 1929 – 1998). “Collage 2”, 1994. Collage sobre papel. Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado, fechado y titulado al dorso. Medidas: 59 x 52 cm; 66 x 59 cm (marco). Esta obra pertenece a uno de los periodos más prolíficos de la carrera artística de Lucio Muñoz la cual estuvo marcada por un desarrollo plástico que partía de conceptos orgánicos, hacia uno en el que reflexiona en torno a lo arquitectónico. Muñoz consigue dominar el caos a través de una composición estudiada y orquestada, en la cual regala al espectador una expresiva plástica que alcanza un alto grado de lirismo, y que se alza sobre su propio soporte apelando el espacio que se encuentra en el exterior. Uno de los más destacados exponentes del informalismo español, pionero de la abstracción en el país, Lucio Muñoz inició su carrera centrado en el paisaje, uno de los géneros más cultivados en la España de la época, en gran parte gracias a la influencia de Benjamín Palencia. Inició su formación en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde fue discípulo de Eduardo Chicharro. Tras finalizar sus estudios entra en contacto con los realistas madrileños Antonio López y los hermanos López Hernández. Debuta individualmente en 1955, con una muestra en la galería Dintel de Santander compuesta por obras ya cercanas a la abstracción, que revelan las influencias de Klee, Rufino Tamayo, Ben Nicholson y Torres García. Ese mismo año participa en una colectiva de la Dirección General de Bellas Artes, junto a Antonio López, Julio L. Hernández y Francisco López. Al año siguiente obtiene una beca del Estado francés para completar su formación en París. Allí estudió las obras de Fautrier, Dubuffet, Wols y Tàpies, y su estilo derivó definitivamente hacia el informalismo, dejando atrás las iniciales influencias del cubismo y el expresionismo. A partir de este momento, Muñoz se comprometerá de pleno con el expresionismo abstracto. Regresa a España y celebra dos exposiciones que nos hablan del asentamiento de su estilo personal y que lo sitúan de lleno en la vanguardia española. La primera tuvo lugar en la galería Fernando Fe de Madrid en 1957, y la segunda se celebró al año siguiente en el Ateneo de la misma ciudad. Su pintura matérica, su original, sensible y personal uso de los materiales, otorga a sus composiciones una dimensión poética y lírica. Destaca en su producción la importancia que para Muñoz tiene el soporte en sí; el artista perfora, rasga, realiza incisiones, etc., aproximándose al informalismo de forma totalmente personal. Sus obras, coloristas en su mayoría, representan el informalismo más puro. Tras una primera etapa de experimentación con los materiales más diversos (papel quemado, madera, etc.), en su fase final su pintura se vuelve menos agresiva, debido al uso de materiales con menos relieve y de una paleta tendente a la monocromía. En estos años sus influencias se amplían e incluyen las pinturas negras de Goya, la obra de Velázquez, el canto gregoriano con su solemne profundidad, los sobrios e infinitos paisajes de Castilla, la energía liberada del flamenco y los grabados de Alberto Durero. En 1961 realiza su primera exposición individual en el extranjero, que tuvo lugar en la Joachim Gallery de Chicago, y dos años después expone por primera vez en Nueva York, en la Staemplfi Gallery. Desde entonces se han sucedido sus muestras individuales por toda España, además de en ciudades como Buenos Aires, Frankfurt, Lisboa, Munich, Londres, La Ha
LUCIO MUÑOZ (Madrid, 1929 – 1998). “Collage 2”, 1994. Collage sobre papel. Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado, fechado y titulado al dorso. Medidas: 59 x 52 cm; 66 x 59 cm (marco). Esta obra pertenece a uno de los periodos más prolíficos de la carrera artística de Lucio Muñoz la cual estuvo marcada por un desarrollo plástico que partía de conceptos orgánicos, hacia uno en el que reflexiona en torno a lo arquitectónico. Muñoz consigue dominar el caos a través de una composición estudiada y orquestada, en la cual regala al espectador una expresiva plástica que alcanza un alto grado de lirismo, y que se alza sobre su propio soporte apelando el espacio que se encuentra en el exterior. Uno de los más destacados exponentes del informalismo español, pionero de la abstracción en el país, Lucio Muñoz inició su carrera centrado en el paisaje, uno de los géneros más cultivados en la España de la época, en gran parte gracias a la influencia de Benjamín Palencia. Inició su formación en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde fue discípulo de Eduardo Chicharro. Tras finalizar sus estudios entra en contacto con los realistas madrileños Antonio López y los hermanos López Hernández. Debuta individualmente en 1955, con una muestra en la galería Dintel de Santander compuesta por obras ya cercanas a la abstracción, que revelan las influencias de Klee, Rufino Tamayo, Ben Nicholson y Torres García. Ese mismo año participa en una colectiva de la Dirección General de Bellas Artes, junto a Antonio López, Julio L. Hernández y Francisco López. Al año siguiente obtiene una beca del Estado francés para completar su formación en París. Allí estudió las obras de Fautrier, Dubuffet, Wols y Tàpies, y su estilo derivó definitivamente hacia el informalismo, dejando atrás las iniciales influencias del cubismo y el expresionismo. A partir de este momento, Muñoz se comprometerá de pleno con el expresionismo abstracto. Regresa a España y celebra dos exposiciones que nos hablan del asentamiento de su estilo personal y que lo sitúan de lleno en la vanguardia española. La primera tuvo lugar en la galería Fernando Fe de Madrid en 1957, y la segunda se celebró al año siguiente en el Ateneo de la misma ciudad. Su pintura matérica, su original, sensible y personal uso de los materiales, otorga a sus composiciones una dimensión poética y lírica. Destaca en su producción la importancia que para Muñoz tiene el soporte en sí; el artista perfora, rasga, realiza incisiones, etc., aproximándose al informalismo de forma totalmente personal. Sus obras, coloristas en su mayoría, representan el informalismo más puro. Tras una primera etapa de experimentación con los materiales más diversos (papel quemado, madera, etc.), en su fase final su pintura se vuelve menos agresiva, debido al uso de materiales con menos relieve y de una paleta tendente a la monocromía. En estos años sus influencias se amplían e incluyen las pinturas negras de Goya, la obra de Velázquez, el canto gregoriano con su solemne profundidad, los sobrios e infinitos paisajes de Castilla, la energía liberada del flamenco y los grabados de Alberto Durero. En 1961 realiza su primera exposición individual en el extranjero, que tuvo lugar en la Joachim Gallery de Chicago, y dos años después expone por primera vez en Nueva York, en la Staemplfi Gallery. Desde entonces se han sucedido sus muestras individuales por toda España, además de en ciudades como Buenos Aires, Frankfurt, Lisboa, Munich, Londres, La Ha
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