Escuela andaluza del siglo XVII. Círculo de ALONSO DE MENA (Granada, 1587-1646). “Purísima”. Madera tallada y policromada. Presenta faltas y pérdidas. Medidas: 38 x 16 cm. Sobre un pedestal dorado se alza el promontorio de nubes en el que se sustenta la Virgen. La pieza destaca por la elegancia y la magnificencia de la Virgen, ataviada con una túnica dorada, sobre la que destaca el manto estofado. La Cristiandad medieval debatió apasionadamente la creencia de que María había sido concebida sin mancha de pecado original. Algunas universidades y corporaciones juraban defender este privilegio de la Madre de Dios, varios siglos antes de que el Concilio Vaticano I definiera el dogma de fe en 1854. A finales de la Edad Media nació la necesidad de dar forma iconográfica a esta idea, y se tomó el modelo de la Mujer Apocalíptica de San Juan, manteniendo unos elementos y modificando otros (la Mujer Apocalíptica está encinta, pero no la Inmaculada). La imagen definitiva llega a concretarse en el siglo XVI. Siguiendo una tradición valenciana, el jesuita Padre Alberro tuvo una visión de la Inmaculada Concepción y la describió al pintor Juan de Juanes para que la plasmase con la mayor fidelidad. Padre de Pedro de Mena el estilo de Alonso de Mena es ferviente continuador del de Pablo de Rojas (1580-1607). Otras obras destacadas son el Cristo de la Expiración en la iglesia de la inmaculada de Adra (Almería) así como se le atribuye el Señor de la Caja de Vélez-Rubio, también de la provincia almeriense. Las Inmaculadas y los retablos-relicarios de la catedral de Jaén y los de la Capilla Real de Granada, donde realizó los retratos reales del banco así como las imágenes de los santos de las puertas del cuerpo principal.
Escuela andaluza del siglo XVII. Círculo de ALONSO DE MENA (Granada, 1587-1646). “Purísima”. Madera tallada y policromada. Presenta faltas y pérdidas. Medidas: 38 x 16 cm. Sobre un pedestal dorado se alza el promontorio de nubes en el que se sustenta la Virgen. La pieza destaca por la elegancia y la magnificencia de la Virgen, ataviada con una túnica dorada, sobre la que destaca el manto estofado. La Cristiandad medieval debatió apasionadamente la creencia de que María había sido concebida sin mancha de pecado original. Algunas universidades y corporaciones juraban defender este privilegio de la Madre de Dios, varios siglos antes de que el Concilio Vaticano I definiera el dogma de fe en 1854. A finales de la Edad Media nació la necesidad de dar forma iconográfica a esta idea, y se tomó el modelo de la Mujer Apocalíptica de San Juan, manteniendo unos elementos y modificando otros (la Mujer Apocalíptica está encinta, pero no la Inmaculada). La imagen definitiva llega a concretarse en el siglo XVI. Siguiendo una tradición valenciana, el jesuita Padre Alberro tuvo una visión de la Inmaculada Concepción y la describió al pintor Juan de Juanes para que la plasmase con la mayor fidelidad. Padre de Pedro de Mena el estilo de Alonso de Mena es ferviente continuador del de Pablo de Rojas (1580-1607). Otras obras destacadas son el Cristo de la Expiración en la iglesia de la inmaculada de Adra (Almería) así como se le atribuye el Señor de la Caja de Vélez-Rubio, también de la provincia almeriense. Las Inmaculadas y los retablos-relicarios de la catedral de Jaén y los de la Capilla Real de Granada, donde realizó los retratos reales del banco así como las imágenes de los santos de las puertas del cuerpo principal.
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